Celebrando la sentencia por la violación de La Manada: Lose Yourself to Dance…

Ha sido un alivio el resultado de la sentencia del Tribunal Supremo por la violación en los Sanfermines de 2016 (¡ya tres años!) y la claridad con la que se argumenta lo que la mayoría de España pensó al tener noticia de los hechos.

Podríamos pasar el resto del verano celebrando esta sentencia, bailando en la calle al saber que esos personajes sórdidos que se creyeron impunes reciben una condena que restituye a la víctima su condición de sujeto.

Personalmente, considero que diez años de cárcel ya son muchos años, pero son los expertos quienes están en condiciones de decidir cuál es el castigo adecuado y disuasorio. También a título personal, me reconozco en la chica que tuvo la valentía de seguir adelante con la denuncia, pese a todo lo que hicieron para degradarla y, como es habitual en estos casos, invalidar sus argumentos y amedrentarla revelando datos que ayudaban a identificarla.

Los comentarios del cabrón de VOX –me niego a considerarlo político— sobre las modalidades de satisfacción segura que a partir de ahora pueden conseguir los neandertales —«la única relación segura será la prostitución»– expresan muy bien las creencias de la ultraderecha, esa celtiberia que ha estado camuflada dentro del PP durante los últimos años. 

La siguiente tarea ha de ser abolir la prostitución y llevar a la escena pública española reflexiones más elaboradas sobre hombres y mujeres. No puede ser, por otro lado, que en las ficciones españolas haya tal cantidad de prostitutas y tan escasos personajes femeninos con una psicología bien elaborada y definidos por mucho más que ser el coño adonde va a abrevar sus anhelos el protagonista.

Qué fatigosos son estos episodios interminables de abuso y violencia contra las mujeres, y especialmente contra mujeres muy jóvenes. Es como si en el camino del tiempo quedara un reguero interminable de mujeres mutiladas sexualmente, aún vivas, y el dolor más intenso se fuese desplazando a las recién agredidas y al final, perdidas en el tiempo, quedaran cenizas de todas nosotras.

 

Qué te pedí, la Lupe (Manuel Valls le canta a Ada Colau)

 

Qué te pedí que no fuera leal comprensión,
Que supieras que no hay en la vida
Otro amor como mi amor.
Qué no te di,
Que pudiera en tus manos poner
Y aunque quise robarme la luz para ti,
No pudo ser.
Hoy me pides tú,
Las estrellas y el sol, no soy un Dios,
Así como soy,
yo te ofrezco mi amor, no tengo más,

Pide, lo que yo puedo darte,no me importa
Entregarme a ti sin condición.
Pero qué te pedí, tú lo puedes al mundo decir,
Que supieras que no hay en la vida otro amor
Como mi amor.
Hoy me pides tú,
Las estrellas y el sol, no soy un Dios,
Así como soy,
yo te ofrezco mi amor, no tengo más,

Pide lo que yo puedo darte, no me importa
Entregarme a ti sin condición.
Pero qué te pedí,
tú lo puedes al mundo decir,
Que supieras que no hay en la vida otro amor
Como mi amor.

Omaggio a Joyce, Luciano Berio

Nos hemos acostumbrado a través del cine a la música moderna, empleada para ilustrar sensaciones e imágenes. Haciendo abstracción de esa costumbre, es más fácil darse cuenta de lo acertada que es la composición de Luciano Berio (1925-2003). Parece de verdad el sonido que oía Ulises atado al mástil cuando las sirenas pretendían encantarlo.

Ulysses and the Sirens, 1891, by John William Waterhouse, It was purchased for the National Gallery of Victoria by Sir Hubert Herkomer, for £1200, in June 1891. Blog: NGV.com