Sabíamos que hay un no sé qué erótico en desafiar al poder establecido, pero aquí tenemos a este ejemplar de la especie catalanish primigenius en el que la autoerotización se eleva a la máxima potencia, y al plus erótico se suma el plus comercial pues se ve que este hombre-anuncio vende las botas que luce con tan femenina gracia, digo varonil tronío… a 600 euros el par de banderolas en las pezuñas.
En la camiseta se lee: «Soy catalán, no un español de mierda, viva cataluña».
Si después de ver a este ejemplar de catalánish archiproud of himself, aún me preguntáis por qué mi situación socio-profesional, y por ende personal, ha sido la que ha sido y es la que es, sin duda sois tontos de remate.
Vamos a dedicarle una cancioncilla a esta mujer, y a sus esplendorosas gambas.