Una foto de 1993!

Encontré semanas atrás esta foto que me sacó mi hermana. Era 1993 o 1994. El título de la película en DVD protagonizada por Henry Fonda, casualmente aterrizado junto al portátil, le va pintiparado a lo que he vivido desde 1995.

Casi todo ha sido desde entonces no solo malo sino mucho peor de lo esperado.

Pero siempre busco algún punto por donde respirar en medio de la ruina y la precariedad impuesta. Así encontré a muy buen precio esta cámara, Pentax me super, en sustitución de la veterana y baqueteada K1000.
Es pequeña y discreta como a mí me gustan las cámaras, y espero que me dé muchas alegrías. [La mía lleva un objetivo 1:1.4, lo cual es fantástico). La foto analógica en blanco y negro es para los que no sabemos estar quietos. Y aquí la mía.

 

Una mirada severa sobre Paul Bowles: «So Why Did I Defend Paul Bowles?» de Hisham Aidi

Elevated view of an unidentified group of vacationing Americans at a Sunday afternoon cocktail party on Casbah apartment’s roof terrace that overlooks the bay and harbor, Tangier, Morocco, 1950. (Photo by Jack Birns/The LIFE Picture Collection via Getty Images)

Hacía tiempo que no leía un artículo tan bien argumentado contra un escritor bien establecido y apreciado por prácticamente cualquier estamento cultural. En este caso, la figura de Paul Bowles y su relación con Tánger por parte de un intelectual nacido en Tánger, Hisham Aidi, con estudios en los USA y especializado en la cultura afro-árabe. Desde la perspectiva de la teoría poscolonial, utiliza como gancho la crítica feroz que en cierto momento hiciera el papa de la misma, Edward Said, al calificar a Bowles como «el peor» entre los escritores que favorecieron una visión, y una propaganda, distorsionadora de la realidad tanto de Marruecos como de sus habitantes; según Said, so capa de interés por el mundo y la cultura marroquíes creaba un producto de consumo de tipo orientalista.

Personalmente, el artículo no me derrumba ningún mito, ya que a partir de los últimos textos que he leído de Bowles, incluido el homenaje que un extenso grupo de amigos reunió en forma de librito por su ¿80? cumpleaños, para mí encarna sobre todo a un americano que escapó de Estados Unidos y descubrió en el Tánger de la Interzone una isla particular donde sus contradicciones personales, o sus deseos, coexistían sin fricciones capaces de producir el tipo de incomodidad, ¿y de ostracismo?, que habrían cosechado en su país, y tanto más en el periodo de la guerra fría y el maccarthismo. Muy probablemente, sobre todo, huía del tipo de maccarthismo y mitos americanos interiorizados.

La reflexión de Aidi resulta interesante como ejercicio extrapolable a las susceptibilidades que hoy provoca, por ejemplo, Handke, o en su momento dos escritores tan reconocidos como Vargas Llosa y García Márquez, los dos enemigos de la ambigüedad en política. Lo bueno del artículo es que nos lleva a recorrer los conflictos internos de Marruecos, tanto en relación a los regímenes autoritarios -monarquía alauita, panarabistas- como a la identidad e importancia que se atribuye a los bereberes. Nada de esto podemos saberlo si no es de fuentes marroquíes porque con la explicación surge la tensión en que se coloca el autor.

El error que se comete desde el poscolonialismo es que sus teóricos y practicantes también emplean herramientas de análisis y juicio de las actitudes, acciones y expresiones, artísticas y políticas, de los occidentales -y expresamente del grupo beat, el círculo de Bowles y su explotación del exotismo marroquí y disponibilidad sexual– desde una perspectiva que ignora la estructura del pensamiento en que se sustentan esas actitudes, acciones, etc.

«Bowles would settle in Tangier in 1947 and live there until his death in November 1999. It was where he felt most free, away from the constraints of American middle-class life and cold war hysteria. “Each day lived through on this side of the Atlantic,” he wrote in 1933, “was one more day spent outside of prison.”»

Creo que, aunque cite esta y otras reflexiones de Bowles sobre los motivos por los que escapó de Estados Unidos, eso no significa que entienda realmente sus motivos. Creo que convendría profundizar con detalle en cómo era la sociedad de la que huían para comprender que ni Bowles ni Borroughs llegaron a liberarse del todo. Dudo que, aunque hubiesen pretendido esa mudanza completa de su ser -la identidad de la que trata Bowles en Desafío a la identidad, justamente– lo hubiesen conseguido. Hay una porción de cada persona siempre alienada; y nada en una persona dentro de una cultura es del todo accesible para los instrumentos de análisis utilizados.

Es muy probable que Bowles haya sido durante cierto tiempo una figura aprovechable por la cultura occidental y por las elites marroquíes, pero eso no significa que sea el enfoque poscolonial el más certero para entender en qué consistió la experiencia de Bowles, al margen de su conversión en un icono de finales del siglo XX como ideal de liberación y florecimiento artístico, una mezcla de demonismo y glamour, un mito plenamente occidental.

Portrait of American writer and composer Paul Bowles. He is seated, editing a script. (Photo by Constantin Joffe/Condé Nast via Getty Images)

Memoria y testimonios de los supervivientes de Srebrenica [una aportación al debate]

La reputada fotógrafa Nina Berman nos recuerda su reportaje de esta joven violada por serbios.

Standing with #BosniaWarJournalists #BosniaWarReporters in protest against the #NobelPrize in Literature to war crimes denier Peter #Handke.
We are posting today and tomorrow our pictures and stories from the 1992-1995 Bosnia War to stand up for the truth and for war victims. Read Peter Maass stories in the Intercept for more info on Austrian writer #PeterHandke.

On June 30, 1992, an 18-year-old Muslim woman was kidnapped by Serb soldiers from a bus station in Belgrade. She was shoved in a car and eventually taken to Pale, the Serb stronghold near Sarajevo. She was held prisoner there, burnt with cigarette butts and repeatedly raped and beaten by Serb soldiers sometimes at knife and gunpoint. They insulted her for being Muslim and said many Muslims were going to give birth to Serbian children. After ten weeks in captivity, she was put on a truck with 30 – 40 other prisoners, all men, and sent to Visoko where she was traded for bags of flour. The woman ended up getting pregnant as a result of the rapes and sought care at Tuzla Hospital where I photographed and interviewed her on New Year’s Day 1993. Sexual violence was a war strategy used by Serbs to destroy the Muslim population and create a Serb ethnostate in Bosnia.

Tuzla Hospital, Bosnia Herzegovina, January 1, 1993 | ©Photograph Nina Berman/NOOR

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Colaboré durante cuatro años seguidos, entre 1994/8 –y trabajé como traductora independiente- para Médicos Sin Fronteras en Barcelona motivada, precisamente, por las atrocidades de la guerra de Yugoslavia, de las que empezaron a llegar noticias cuando Barcelona se daba un baño de vanidad y la burguesía sacaba el dinero escondido –según explicaría el alcalde Maragall– para especular con la remodelación de la ciudad para las Olimpiadas. En la sede de MSF, en contacto directo con los «humanitarios» que salían de urgencia al «terreno», avisados del último ataque con tal número de muertos y de la escasez de médicos y equipo, y luego con fotógrafos que pasaron meses –o años, sumando el tiempo entre ir y volver– jugándose la piel para documentar los hechos –recuérdese que varios españoles murieron allí–, me formé una opinión sobre quién estaba masacrando a quién. Curiosamente, por entonces no se hablaba tanto de religión, de que si los bosnios eran musulmanes, un rasgo que luego se ha subrayado con las guerras de Daesh y compañía.

Foto: Ron Haviv – Campo de concentración serbio. Bosnia, Trnopolje, agosto 1992.

Me pidieron que tradujera del francés los TESTIMONIOS DE LOS SUPERVIVIENTES DE SREBRENICA. Una parte la publicó El País. Se repiten los relatos de violaciones presenciadas por familia directa cuando los serbios detenían los vehículos en que se desplazaban los bosnios. Se ha contado tantas veces que parece morboso describir de nuevo esos episodios que provocaron que personas comunes empezaran a comentar los sucesos que transmitían periódicos y telediarios y a reclamar solución a «una guerra que estaba sucediendo dentro de Europa». Qué pena, ¿verdad?, que quedaran supervivientes para hablar del modus operandi en la ratonera que fue Srebrenica, que contaran cómo los cascos azules holandeses que supuestamente debían protegerlos se quedaron de brazos caídos [ya fueron acusados de inoperancia y condenados por ello]. «Miles de hombres y niños que se habían refugiado en 1995 en una base de la ONU en las afueras de Srebrenica fueron entregados al ejército serbobosnio por cascos azules holandeses.»

Fue una carnicería –y resulta escandaloso decir que se hincharon los datos para provocar la intervención de los americanos–; da lo mismo que fuesen mil o diez mil. También ocurrió con el genocidio de los tutsis a manos/a machetazos de los hutus. No cambia la cantidad, lo que importa es la planificación y el terror. Lo niegue Handke o la abuela de Handke. Y, por supuesto, que lo lea quien guste, pero aquí están algunos de los testimonios.

El BOSNIA BOOK PROJECT – iniciativa de varios fotógrafos que cubrieron la guerra

Icónica fotografía de Santiago Lyon de una mujer asesinada por un francotirador. Junio de 1992. Era conocida como la «avenida de los francotiradores».

** Fe de erratas: se van colando muchas con el grabado automático; [este diseño de página no resulta tan cómodo como el anterior, pero es útil mientras encuentro otro mejor.] 

LOS NEGROS BRUJOS, de Fernando Ortiz, la santería bajo el prisma positivista, en El Rinconete

La Santería cubana es hoy para la mayoría de nosotros, profanos en la materia, un elemento del folclore de la isla caribeña, que suponemos de escaso relieve en la vida diaria de sus habitantes, fuera de algún reducido sector que cultiva en privado tales  creencias –la magia y la religión de origen africano—, y en público solo para atraer a turistas.

Puede, además, asombrar la pervivencia de la religión afrocubana en la Cuba del socialismo castrista, dado que las prácticas religiosas, consideradas formas de opresión, fueron severamente restringidas durante décadas. Conviene recordar, sin embargo, que la santería y las religiones africanas mantienen un fuerte vínculo con la identidad cubana, cuentan con una base social fuerte y trascienden por eso conceptos como superstición o ciencia. Al integrarla oficialmente como un componente fundamental de la historia de Cuba se quiere dignificar los orígenes y experiencia de los africanos llevados a la isla y forzados al trabajo esclavo en las plantaciones, y dignificar también a sus descendientes.

Fernando Ortiz (La Habana, 1881-1969), licenciado en Derecho en la Universidad de Barcelona, publicó con apenas 25 años Los negros brujos, obra de gran impacto inspirada por las teorías higienistas del italiano Cesare Lombroso, que conoció en Italia adonde viajó para estudiar Criminología. Ortiz se introdujo en la sociología precisamente desde su posición de abogado criminólogo:

«…[en Madrid] Ortiz tropezó a inicios del siglo XX y por primera vez, con los atributos de la «terrible» y misteriosa secta negra cubana de los ñáñigos o abakuás, originarios del Calabar (territorio situado entre las actuales Nigeria y Camerún), la cual había horrorizado a la «buena sociedad» de la centuria anterior.»[1]

Era abogado fiscal de la Audiencia de La Habana cuando en 1906 dio a la imprenta su ensayo Los negros brujos. (Apuntes para un estudio de etnología criminal), inspirado por La mala vida en Roma, de Alfredo Nicéforo y Scipion Sigheli.

El estudio de la llamada «mala vida», término de origen italiano (la malavita es sinónimo aún hoy de la mafia, la camorra, de organizaciones criminales), se extendió hasta América y tomaba en consideración el aumento de la delincuencia en los países que estaban recibiendo oleadas de inmigración, sobre todo de Europa del sur y del este; pretendía establecer una relación causa efecto entre el origen extranjero y la condición social del inmigrante –pobreza extrema, estacionalidad del trabajo, país de origen— con el número y tipo de delitos. Las cifras reales y el desglose de delitos no siempre daban la razón a la tesis determinista. Conviene señalar que la fascinación por la malavita y por su estudio se prolonga hasta la actualidad, pues películas y series de gran éxito como la saga El Padrino (1972-1990), del ítaloamericano Francis Ford Coppola, Mesrine (2008) del belga J.F. Richet, Un profeta (2009), del francés Jacques Audiard, o Narcos (2018), ilustran este fenómeno, si bien la mayoría comparte una filosofía que puede calificarse de darwinista. Como recordará el lector, la saga de Coppola se inicia en los mismos años del análisis de Ortiz.

El estudio de Ortiz resulta en varios aspectos más original e intelectualmente audaz dentro de la escuela positivista y por tal razón evolucionó hasta las tesis avanzadas por las que su aportación es hoy reconocida: Ortiz establece una relación entre las creencias africanas y la baja instrucción de sus practicantes, pero también apunta que la astucia de muchos brujos corría por delante de toda supuesta fe irracional: la santería era una forma de vida fácil que explotaba la credulidad, la superstición y la necesidad ajenas.

Quizá el rasgo que diferencia significativamente las tesis de Ortiz de las de su maestro Lombroso sea la importancia que el estudioso cubano concede al ambiente y a la educación como factores de potencial “higienización” de las costumbres y creencias cultivadas por las razas que en Cuba se llamaban inferiores: la negra y la china. De esta última no se ocupa por falta, dice, de datos suficientes.

«Al principio tuvo que ser muy difícil para él su relación con el sector poblacional que precisaba estudiar, históricamente discriminado y colocado en los márgenes de la sociedad en su condición de santeros y paleros «brujos» y asesinos, y de peligrosos abakuás o «ñáñigos», todos envueltos en los misterios de sus secretos y ceremoniales poco conocidos y peor comprendidos.»[2]

Los discípulos de Lombroso estudiaban las características físicas y mentales de los delincuentes y de los enfermos tratando de determinar una relación directa entre la conformación física y la propensión al crimen o a la locura. Ortiz llamaba «expediciones antropométricas y antropológicas» a estos estudios de campo, base de la entonces llamada «psicosociología», pero aunque en este libro inicial habla de «plaga», de «enfermedad», de «virus» que conviene erradicar, en el desarrollo del estudio se distanció de todo fatalismo. Nunca llega a identificar raza negra e incapacidad intelectual: en 1946 publicó El engaño de las razas y en años posteriores continuó denunciando «la sinrazón de los racismos». 

 En El Rinconete- Instituto Cervantes

LOS NEGROS BRUJOS, de Fernando Ortiz, la santería bajo el prisma positivista (2)

Dividido en siete capítulos, Los negros brujos arranca con «la carta a modo de prólogo» que firma Cesare Lombroso, quien aplaude la descripción que el joven abogado hace del fenómeno, subrayando además la novedad de ciertas expresiones.

En Advertencias preliminares Ortiz disculpa que su estudio esté incompleto arguyendo la complejidad del tema, aunque justifica su publicación por inaugurar «el estudio metódico y positivista de la poliétnica delincuencia cubana».

         

En los sucesivos capítulos describe cómo se plasma la mala vida cubana entre las diversas razas y su integración en la isla. Los capítulos II y III estudian la brujería como práctica característica de Cuba; para ello describe el fetichismo africano que es su fuente, con su «panteón» de dioses yoruba y sus jerarquías, los templos, altares, atuendos, los orishas (divinidades de origen africano), el culto vudú y las macabras prácticas necrofílicas ligadas a este. Al tratar la figura del brujo, Ortiz destaca la relación entre el culto y los orígenes africanos de sus practicantes más fieles; la descripción de las costumbres, los diferentes ritos y sacrificios se completan con la explicación de términos aún vigentes en el vocabulario cubano como «dar el santo», «salación» –equivale a maldición, a gafe–, los hechizos más usuales para atraer al hombre o mujer deseados, por ejemplo –sobrecogedores por la mezcla de ingenuidad, superstición y autosugestión que delataban sus víctimas–, el uso de jergas incomprensibles –que compara con el efecto del latín de iglesia en el pueblo analfabeto–, y métodos de adivinación como «echar los caracoles», que aún se practican. Ortiz denuncia el carácter «parasitario» del brujo y el peligro que entraña su  actividad sin control ni base científica, relatando varios casos de curanderismo con graves consecuencias –locura, aborto accidental, muerte, empeoramiento del enfermo— para las víctimas del supuesto hechicero.

El capítulo V explora la «difusión de la brujería» y la discutible implantación del catolicismo: el sincretismo religioso resulta del contacto de distintas religiones, de modo que la religión africana asimilaba características que ciertos santos católicos compartían con deidades yoruba y adoraba a estos bajo el nombre del santo católico.

El capítulo VI se hace eco de truculentos casos de brujería y culto difundidos por la prensa habanera, perseguidos con severidad por la policía, concediendo especial relevancia al caso de una niña asesinada para utilizar su corazón en cierto ritual. Se acompaña de fotografías de los culpables, que fueron condenados a muerte. Ortiz alega al principio la falta de «datos concretos y sistemáticos» para justificar que utilice recortes de prensa. Conocemos a partir de éstos cómo trataban la policía y la prensa el fenómeno de la santería y su empeño en erradicarla, la confianza de unos y otros en la función higiénica de la llamada «civilización», de orientación racionalista y asimilada a la raza blanca y al mundo anglosajón. Precisamente la interpretación desde el prisma positivista de la fisionomía de los tres brujos condenados ha sido luego objeto de diversos artículos críticos, ya en el marco de los modernos Estudios Culturales.

No puede obviarse la sagacidad de Fernando Ortiz cuando señalaba que la ley no trataba el problema de la brujería y la santería por sus rasgos específicamente culturales sino por sus manifestaciones: tanto la denuncia como el castigo perseguían el delito común –profanación de tumbas, robo de animales, de objetos, el material utilizado para los ritos, reuniones secretas; se castigaban las amenazas y las agresiones, la estafa al enfermo como delitos comunes– sin ir a su fundamento. Según Ortiz, no cabía hablar de delincuentes naturales entre los brujos negros pues obedecían a las exigencias del culto. Ortiz no olvidaba la función cohesionadora que las creencias africanas tenían entre la población esclava en un mundo nuevo y hostil. Frente a un mundo incomprensible, el brujo se erige en la figura mediadora que comunica con el otro mundo, con el pasado africano e interpreta el lenguaje de la naturaleza.

El último capítulo se ocupa de la represión de la santería y el castigo del brujo; la filosofía positivista se expresa en los remedios «higienistas» que propone, característicos de la época y que en síntesis consistirían en formar a los hombres y mujeres en oficios que pudieran proporcionarles medios de subsistencia el resto de sus vidas, alejarlos de la ocasión de practicar la brujería, apoyado en su confianza en la natural tarea civilizatoria que entraña el paso de las generaciones.

Fernando Ortiz – retrato extraído del blog: El estanquillo.

Como no podía ser de otro modo, las teorías raciales del positivismo fueron contestadas desde su planteamiento, antes de ser definitivamente refutadas por los avances científicos del siglo XX. Del determinismo biológico se deriva la conclusión absurda de que todo criminal es inocente e irresponsable de sus delitos, señalaban sus críticos. Las teorías positivistas ilustran cómo las transformaciones sociales que, fruto de los avances tecnológicos del siglo XX y su incidencia en la economía, experimentaban todos los países, favorecían la búsqueda de soluciones científicas a problemas acentuados por la desigualdad económica y la deficiente o nula instrucción de los más pobres.

Fernando Ortiz acuñaría en 1940 el concepto de transculturación en su ensayo Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, concepto hoy integrado en el campo de la antropología y que enseguida recibió el apoyo del célebre etnógrafo y sociólogo Bronislaw Malinowski.  Con este término –que Ortiz proponía para sustituir el de aculturación–, quería «expresar los variadísimos fenómenos que se originan en Cuba por las complejísimas transmutaciones de culturas», las cuales determinan la evolución de lo cubano en todas sus manifestaciones y distinguen a la isla.

            Los brujos negros quedaba aún lejos de la madurez intelectual que refleja el concepto de transculturación y delata su carácter de obra temprana pese a su proclamado carácter científico. Resulta progresista en relación a su tiempo, pero fue superada por corrientes posteriores que combinaban un exhaustivo trabajo de campo con el análisis de los contextos económicos, de estadísticas fiables y con el estudio de las creencias religiosas y supersticiones desde diferentes disciplinas, como ya vimos al hablar de Moreno Fraginals. El interés de Fernando Ortiz por la etnología cubana dio numerosos títulos, entre los que destacan Los negros esclavos, el Glosario de Afronegrismos (1924), el citado Contrapunteo Cubano del Tabaco y del Azúcar, o los cinco volúmenes de Los instrumentos de la música afrocubana (1952-1955).

[1] Véase María del Rosario Díaz Rodríguez, «A ciento dos años de su publicación. Orígenes de Los Negros Brujos», Revista Librinsula, Biblioteca Nacional de Cuba: en http://librinsula.bnjm.cu/secciones/210/nombrar/210_nombrar_1.html

 

[2]  Idem.

La terca realidad o el efecto mariposa, fotos de Eric Bouvet

Foto: Eric Bouvet. Manifestación en París del 5 de diciembre de 2019 contra la reforma de las pensiones.

Tomo  prestadas un par de fotos de Eric Bouvet, fotógrafo francés que suele trabajar con cámaras de gran formato. La imagen de arriba es muy elocuente de la diferencia entre la formación de los trabajadores franceses y la de los españoles. En España, el problema de la corrupción atraviesa todas las clases sociales: parecer que, apenas se ve la posibilidad de tocar mucho dinero, la tentación de lucrarse de forma ilícita supera al temor al castigo o, dicho de otra manera, la confianza en la impunidad es pasmosa.

La imagen –y la información– se complementa con mis fotografías del llamado Mercado de la miseria, que descubrí por casualidad, mientras hacía fotos por una zona en fase de gentrificación acelerada, con la promesa de un gran jardín: el nuevo parque de las Glorias. Esta acumulación de paradas, gestionadas por inmigrantes, es lo más parecido a esos mercadillos africanos que vi en Argelia, Marruecos… y sigue, que era fácil encontrar en los años 90, antes de la globalización. Visto que incluso el Rastro ofrece «mercancías» de más calidad, supongo que habría que retroceder a la época del chabolismo de los años 50 para encontrar como movimiento habitual este tipo de mercadillos efímeros. El chabolismo, precisamente, empezó a asomar el morro muy cerca del centro, al lado del Arco de Triunfo, en un solar vallado el año pasado, en forma de chozas construidas con tablones. Supongo que los habrán expulsado a lugares menos visibles. La manifestación de París, el mercado de la Farinera y el entierro de los militares franceses en Mali, donde aseguran estar trabajando para controlar los focos de terrorismo islamista que prosperan en la zona y apoyar la estabilidad, etc., etc., son plasmaciones del aleteo de la famosa mariposa que trae huracanes.

Mercado de la Miseria. Bcn, octubre 2018.

Objetos a la venta en el Mercado de la Miseria de Bcn. Oct. 2018.

Mercado de la Miseria de los domingos delante de la Farinera del Clot

Foto: Eric Bouvet. Funeral oficial por los militares franceses fallecidos en accidente en Mali. 5 Diciembre 2019.

Crítico de cine brillante: Nerdwriter

Este crítico es brillante y generoso. Dado que no consiguen interesarme los críticos de cine en España –salvo contadas excepciones que, por otro lado, tienen que trabajar en formato muy breve–, empecé a buscar fuera y he dado con este Nerdwriter. La primera analiza la influencia de la política expansiva norteamericana del capitalismo en la posguerra sobre los franceses y cómo se manifiesta en la película-faro de la nouvelle vague: A bout de souffle. Muy perspicaz al señalar el sentido que subyace en la relación entre la americanita y el gánster amateur como una expansión de las nuevas relaciones comerciales con el gigante americano, que favorecieron el despegue de Francia.

El segundo video es, si cabe, más brillante pues explora y describe el efecto que produce sobre el espectador el trabajo con la cámara del director David Fincher. Como se trata de un director no sólo célebre sino muy bien establecido entre un público que aprecia la combinación de vanguardia y audacia artística con formas convencionales del relato, es decir su plasmación en géneros como el suspense, el thriller, etc., el video da en la diana en su capacidad de enseñar a descodificar los efectos subliminales elaborados por este director. Sin duda, este crítico demuestra que el cine son imágenes y tratamiento de imágenes insertas en un tiempo, y que esa certeza es el punto de partida desde donde un crítico de cine se gana el respeto de quienes lo leen o, como en este caso, vemos y escuchamos. Aunque sus reflexiones no implican necesariamente que descubre efectos nunca antes analizados, es la forma de hilvanar mirada, motivos visuales e ideas lo que, más allá de pedagogías y de institucionalizar su opinión, lo que le hace interesante.