Optimismo en fase 0,5: dios está en los detalles

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El optimismo ante la «desescalada» se delata en detalles como la ropa tendida alegremente en la terraza de la finca vecina. Imagen de la semana pasada. Durante el periodo duro del confinamiento, cuando solo se podía salir a la calle a comprar o a realizar actividades imprescindibles, la gente ha sufrido un ataque de lavadoritis y pasaron por agua y jabón el último peluche del crío, el mantel más olvidado, las mantas de la época anterior al edredón de plumas, tapetes, fundas de sofá, etc.

La Fase 0,90 se caracteriza por la casi total ausencia de ropa tendida: la gente está en la calle… ¡por fin!

¿Pero adónde fueron los años 70?

Foto Ros Ribas 1983?

haciendo limpieza estos días, reapareció esta foto que me hizo el Ros en el 83. Andaba él probando un nuevo objetivo y yo iba, como solía, a charlar a su estudio antes de ir a la universidad o en cualquier rato suelto. Supongo que cursaba 2º de carrera y no podía estar más decepcionada de lo que había resultado ser la universidad. Lectora voraz desde muy pronto, creía que iba a encontrarme un ambiente progresista y de verdad moderno, un Berkeley en Barcelona y no. Había profesores que preparaban bien sus clases, pero era chocante verlos persiguiendo jovencitas y jovencitos, por no hablar de aquel momento memorable en que los que habían ido de progres cambiaron la pana por los abrigos de marca a lo intocables de Eliot Ness. El catalanismo no había causado aún los estragos que ya conocemos.

Por entonces me preguntaba por qué estaba tan decepcionada; hoy no me extraña, el sistema premiaba a los pijos y a los perezosos, era arbitrario y anticuado el programa, jerárquico, fue la reacción de los años 80 contra los 70, el perfeccionamiento del consumismo.

El libro de Mary McCarthy, Retratos de Watergate, se publicó en el 74; lo compré como se ve en la firma, en el 83, a 190 pesetas, supongo que sería medio ganga. Había leído de ella El grupo, después de ver la película. Curiosamente, mi opinión de entonces coincide con la que a Norman Mailer le valió el vapuleo de unas y otras feministas de la época, es decir que la parte más interesantede la trama corresponde a la intriga de la «chica guapa» –papel que en el cine encarnó la más que bella Candice Bergen, luego mujer del gran director de cine de la nouvelle vague Louis Malle–.

Por azares, estos días estoy leyendo sobre conspiraciones más reales que menos, durante el gran periodo conspirativo, los 70, en la Europa occidental y en los USA. Así rescaté también estos retratos que publicó Anagrama cuando publicaba gran cultura y contracultura sin complejos. Puede que las traducciones no sean perfectas, pero a los veinte años importaba más el plano de conjunto y su correlación con los problemas y posibles resoluciones en las que andaba enfrascada. Recuerdo que lo dejé a medias, a falta de referencias para disfrutar cabalmente del texto.

Hoy, con más bagaje e internet para consultar cualquier dato dudoso, me parece un muy solvente conjunto de retratos e impresiones del escándalo Watergate con una voz propia de una escritora no muy conocida/reconocida aquí. Era, por otro lado, una década gloriosa del periodismo de izquierdas y ella misma alude al trabajo del Washington Post. Con respecto a la enorme audiencia que cosecharon las comparecencias de los acusados, Mary McCarthy sostiene la tesis –sugerida, como  no puede ser menos, por un colega francés– según la cual la población estadounidense necesitaba expiar su culpa por Vietnam, de ahí la pasión con que seguían los acontecimientos –las amas de casa estaban al cabo de la calle de todo el intríngulis–. Los retratos son morales, es decir van cargados de valoraciones sobre los comportamientos y declaraciones de los protagonistas. Este tipo de enfoque, con la mezcla de trazo literario y reflexión política, resulta en un retrato del «político profesional» americano, ese varón carne y cerebro de «corporaciones» que ha perdido contacto no con la realidad sino con la realidad de las consecuencias de sus decisiones y asisten perplejos a su acusación. Estamos hartos a estas alturas del tópico del político como delincuente de altos vuelos, por eso un estilo y el relato de los hechos sirve para poner coto al mensaje cínico o resignado que asegura que son males inevitables.

Se lee muy bien y demuestra que no todo el buen periodismo de los 70 empieza y termina en la crítica de la Didion al movimiento hippie. Por el contrario, la Mccarthy es, no menos que su marido el crítico Edmund Wilson, sagaz, certera, elegante e interesante, una buena prueba de lo que me dijo un fotógrafo y traductor catalán : que la cultura de izquierdas puede y debe ser exquisita y muy elaborada.

También produce desasosiego compararlo con el periodismo de hoy, incluso con el que dice ser independiente.

Michel Piccoli, años setenta: Les choses de la vie, de Claude Sautet

Carta de la directora de cine Agnès Varda: Si quieres a Michel Piccoli…

 

DE LA HABANA HA VENIDO UN BARCO CARGADO DE...

La famosa banda sonora de Philippe Sarde.  Y un viejísimo tráiler:

Fue la gran época de las estrellas francesas y de la nueva sentimentalidad post 68. Michel Piccoli y Romy Schneider rodarían juntos inmediatamente después, también con Sautet:  Max et les ferrailleurs. En Las cosas de la vida  llama la atención el juego con los teleobjetivos, muy ágil cuando Romy pasea por la calle con su madre, o las tomas de los curiosos en torno al coche accidentado de Piccoli.  El director comentó que este efecto de tele, buscado, aportó libertad y dramatismo. Fue una película de las que triunfaron por el boca a oído.

Piccoli, cuarenta años antes de Habemus Papam…  que parece que sólo me ha gustado mucho -pero mucho- a mí. Oops.

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Fase 0,63: Buscando peinados para sobrellevar el confinamiento…

…encuentro a estos amigos americanos tan eufóricos, arracimados y sincronizados.. Son de cuando el país no había caído en la obesidad, la diabetes y la cirugía plástica…  Creo que la pamela, el pañuelo en la cabeza y el frissé son opciones a considerar.

Si Madrid está castigada por Sánchez según la Ayuso, lo mismo ocurre con Barcelona: Torra no perdona que la capital no sea ni vaya camino de ser de la convergencia o como diablos se llamen ahora y nos quedamos en la fase 0,5.

Yo me encuentro en la Fase 0,63, porque no he nacido para formar parte del montón 😀

Vincent Lindon: ¿cómo hemos podido llegar a esto?

Vincent Lindon publicaba hace dos días este video de reflexión sobre la crisis sanitaria que estamos sufriendo que ha atraído ya más de tres millones de visitas. Una crítica dura y merecida al proyecto de Macron de convertir Francia, la belle France, en una start-up nation –sin complejos, en inglés–; repasa los diferentes episodios que han definido estos tres años de mandato y la gestión de la crisis hasta el «desconfinamiento». Al final, ofrece alternativas porque cree, como creemos muchos, que NO SE PUEDE VOLVER A LA «NORMALIDAD» PREVIA A LA PANDEMIA, ese viaje veloz rumbo a la nada que nos ha llevado hasta aquí, es decir, a movernos con mascarillas por la calle, a encerrarnos en casa, a ver nuestro trabajo de nuevo en el aire, y a vivir la angustia de tener a criminales en el poder como los que afirman que pasan a Fase 1 y lo tienen todo «diseñado» por si hay un repunte de contagios.

En Francia, Lindon es no solo respetado sino muy querido, especialmente por sus últimos papeles en los que él, hijo de la burguesía industrial y cultural –sobrino de Jerôme Lindon, editor de las progresistas y muy engagées Éditions de Minuit–, conocido en España por sus amores con Carolina de Mónaco, ha encarnado la figura del francés medio de edad madura al que la tuneladora del capitalismo ultraliberal se lleva por delante mientras él batalla a la desesperada por mantener su dignidad.

Sin embargo, en una carrera tan extensa como es la suya caben títulos y géneros muy diversos. Y así os recomiendo un trhiller oscurísimo –incluso literalmente, con una fotogrrafía que juega con las penumbras, ambientes nocturnos, a ratos sórdidos como el argumento y el retrato que hace de las relaciones–, de Claire Denis, Les salauds –Los canallas, en español–, donde comparte pantalla con Chiara Mastroianni, un cásting muy acertado que incluye a Lola Créton, la joven protagonista del debut de Mia Hansen-Løve, Un amour de jeunesse, [película que sirvió de inspiración, bastante descarada, de Julia Ist, producción de la pija escuela de cine catalana, escac, que al parecer necesitó el concurso de cuatro guionistas para tan tedioso resultado].

Clases de español para extranjeros: Refranes populares. «No hay mal que cien años dure»…

Torturador peludo y con corbata, disfrazado de cantante latino para mujeres calientes.

A partir de la noticia siguiente, recogida del diario El País: 

MUERE BILLY EL NIÑO «quien ha pasado a la historia reciente de España como uno de los principales torturadores de la dictadura, el hombre más temido en los calabozos de la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol, utilizados por el franquismo como un centro de detención y tortura.»

ANALIZA Y COMENTA LOS SIGUIENTES  REFRANES Y EXPRESIONES DEL ACERVO ESPAÑOL. ANALIZA ASIMISMO EL REGISTRO DE LOS PIES DE FOTO.

-No hay mal que con bien no venga.

–No hay mal que cien años dure…

y su coletilla: «ni cuerpo que lo resista».

–No está bien alegrarse del mal ajeno.

–Otro que se ha muerto en la cama.

Torturador español disfrazado de Míster Bombilla junto a sus plusmarcas y las compensaciones obtenidas en reconocimiento a su entrega entusiasta, más allá de cualquier exigencia de ley, al régimen anterior.

ANALIZA LAS REFERENCIAS DEL FRAGMENTO MUSICAL Y LA IMAGEN QUE LO ILUSTRA CON EL ACONTECIMIENTO DEL QUE TRATA EL DIARIO ESPAÑOL.

Wojciech Kilar – (Soundtrack) Película La muerte y la doncella