El optimismo ante la «desescalada» se delata en detalles como la ropa tendida alegremente en la terraza de la finca vecina. Imagen de la semana pasada. Durante el periodo duro del confinamiento, cuando solo se podía salir a la calle a comprar o a realizar actividades imprescindibles, la gente ha sufrido un ataque de lavadoritis y pasaron por agua y jabón el último peluche del crío, el mantel más olvidado, las mantas de la época anterior al edredón de plumas, tapetes, fundas de sofá, etc.
La Fase 0,90 se caracteriza por la casi total ausencia de ropa tendida: la gente está en la calle… ¡por fin!
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