

Las dos me han parecido eso, suntuosamente repugnantes. De La Corona solo he visto dos capítulos de la cuarta temporada. De Gambito de dama, todo parece al servicio de la fotografía, con una actriz inexpresiva. Esa glamourización del alcoholismo resulta tan repugnante como el ensalzamiento de la monarquía inglesa y, por supuesto, del gobierno Thatcher. Son series de lo más deprimente.
Y no, no pago por verlas.