El título apropiado

Mis traducciones - María José Furió / Liu

Elegir el título de un texto traducido es una de las prerrogativas que el editor se reserva para procurar la comercialidad del “producto”, por lo que no acostumbro a poner pegas si es distinto del que yo les propongo. A fin de cuentas, el editor sabrá si se parece demasiado a otro de su catálogo o de la competencia o si confundirá al lector sobre el género literario al que pertenece. El título original francés Venise.net, de Thierry Maugenest, una novela de intriga cuya estructura se ordena en correos electrónicos entre los distintos personajes, se cambió por El lienzo de Tintoretto, más explícito sobre el asunto detectivesco. Cuando el autor es un desconocido en nuestro mercado, conviene multiplicar las opciones de lanzarlo.

            Sin embargo, a veces podemos cuestionar la decisión del editor y marginar nuestra resignación de obreretes del intelecto para preguntarnos si hay que defender una…

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Plagio-Palabrería-Padura

Prometo ponerme pronto a mostrar las curiosas y burdas similitudes del bodrio que Padura publicó a finales del año pasado. No os podéis imaginar lo que se siente cuando se descubre que han robado de forma descarada un texto en el que se ha puesto tanto interés y pasión y que eso sucede en medio de una situación de ostracismo y de denigración tan peculiar como la que vivo. Entretanto, y por conocer las aristas del tema, estoy leyendo una tesis doctoral de más de 600 páginas titulada El plagio en las literaturas hispánicas: Historia, teoría, práctica, de Kevin Perromat, publicada, como no puede ser menos, en Francia, en la Sorbonne. Está muy bien escrita, lo cual es un alivio. Curiosamente, como es de 2010, no llega al momento en que Pérez-Reverte es condenado por el plagio de un texto que sirvió de base a la película Gitano. En fin, ya volveré sobre el asunto. Fijaos en la ilustración de este post, que da nombre al blog, porque también importa en «lo de Padura».

«Quo vadis, Aida?» La matanza de Srebrenica llega a los Oscars de Hollywood… pero no solo

Del Variety, que están publicando sus apuestas para los óscars ganadores de este año: «Perhaps the most difficult task faced by any filmmaker attempting to commemorate an atrocity is to manage the vast disparities in scale. To communicate the extent of a war crime like the Srebrenica massacre, which saw 8,372 civilian residents of the Bosnian town, mostly men and boys, murdered by units of the Bosnian Serb Army in July of 1995, the canvas needs to be broad. But often, that scope can mean lower resolution when you zoom in, the individual human impact getting lost in the grain. But this is a perilous balance director Jasmila Žbanić (“On the Path,” 2006’s Berlin-winning “Grbavica”) achieves strikingly well in her deeply compelling, harrowing and heartbreaking “Quo Vadis, Aida?,” which reminds us that each of those 8,372 deaths is an individual, exponential multiplication of horror.»

En Cine maldito la resumen como sigue: «Žbanić nos traslada a Bosnia, en julio de 1995. Allí, el ejército serbio ha ocupado Srebrenica y Aida, una profesora de inglés de mediana edad con un esposo y dos hijos adultos, busca refugio y protección en una base de la ONU. Trabajando como traductora para las Naciones Unidas, Aida se siente segura. Sin embargo, el aparato de protección y empatía que la rodea empezará a venirse abajo lentamente: entonces, Aida tendrá que pensar en cómo salvar a su familia

Me da la impresión de que esta película tiene bastantes papeletas para llevarse el óscar a la mejor película extranjera. Independientemente de lo buena que pueda ser –estoy buscando dónde verla–, a los de Hollywood les encanta premiar aquellas películas en las que los organismos genuinamente europeos quedan malparados. Y las Naciones Unidas quedaron fatal con la pasividad de los holandeses en la matanza de Srebrenica. Se habla también de una película tunecina, El hombre que vendió su piel –¿alguien la ha visto?–, con un argumento muy original, film dirigido también por una mujer: Kaouther Ben Hania –¡¡el cine global está interesante!! Entre los actores europeos está… Mónica Bellucci.  Y por lo menos en el diseño de imagen de la película, parece que han dado el todo por el todo.

Y una entrevista a la directora… para ir hablando de algo más que de represalias estúpidas de estúpidos

Por cierto, que esta entrevista demuestra que los jóvenes italianos están saliendo muy bien preparados de la universidad… Continuará…

La manzana del árbol del bien y del mal

Vanessa Kirby (a la derecha) está en racha desde que interpretó a la princesa Margarita en la serie The Crown. Le puso las cosas muy difíciles a Helena Bonham Carter

Me gustó mucho cómo se utiliza el símbolo de la manzana para estructurar el progreso narrativo y describir la evolución emocional de la protagonista en Fragmentos de mujer. Pocas veces habremos visto tan bien desarrollado el recurso estilístico que T.S. Eliot llamó correlato objetivo. Por un lado está esa manzana bíblica, con Eva queriendo conocer los frutos del árbol del bien y del mal, y en eso consiste su peripecia: cómo la soberbia de la protagonista, que desoye el consejo de acudir rápidamente al hospital, es castigada; el parirás con dolor bíblico llevado a su apoteosis tiene en la película otra faceta que se manifiesta como otro rasgo simbólico propio del fruto prohibido del paraíso, el de la fertilidad, o las semillas de futuro que contiene cada fruto. De otro lado, está muy bien representado el tema, tan freudiano, de la herencia del trauma con la desventura de la niña recién nacida a la que se mantiene con vida, pero apenas con la energía justa en su cuerpo, en su respiración, para que no delate a la madre escondida de los nazis; por eso es interesante como el guion sugiere que el drama de la protagonista revive la experiencia materna, de la que según se desprende de la historia, no estaba del todo enterada. En este sentido resulta coherente con las nuevas investigaciones que refieren que el cuerpo conserva, y por lo tanto transmite, la memoria de las emociones experimentadas. La emoción de la madre –no sabemos si verbalizada antes de la escena que vemos y que Ellen Burstyn interpreta de manera muy coherente con el personaje– ha quedado impresa orgánica, psíquicamente en la hija; esta ha de experimentar la muerte traumática de su propia hija en un parto que, sin preverlo, claro está, reproduce el de su abuela en esa cabaña asediada por los nazis, para atravesar el duelo que le permite reconstruirse.
También resulta coherente con el perfil de los personajes que la enfermedad que aqueja a la madre sea el olvido, es decir un alzhéimer –sugerido de forma muy económica
en la escena de las llaves en la cocina– que cae sobre el tipo de persona, una superviviente del holocausto, que ha hecho del recuerdo del trauma, del genocidio, una misión histórica que entraña un revivir constante del dolor. Desde luego, es imposible no señalar que Ellen Burstyn está viviendo un final de carrera espléndido desde House of Cards, donde encarnaba a la madre de Robin Wright. Ella fue, dicho sea de paso, quien consiguió en su condición de productora que Martin Scorsese, que aquí ejerce de productor ejecutivo, dirigiese Alice doesn’t live here anymore (Alicia ya no vive aquí), donde además del guapísimo Kris Kristofferson actuaba Jodie Foster, por entonces una niña, que por esos azares hollywoodienses estaba nominada también en estos Golden Globes (¡y ganó!).

Jodie Foster, a la izquierda, con el niño que interpreta al hijo de Alice.

Lo siento, chicos, soy una cinéfila de pro : mamé cine. Y cuando digo mamé quiero decir literalmente mamé. Pero esa es otra historia… 😉