DE LA HABANA HA VENIDO UN BARCO CARGADO DE...
publicado en Numerocero.es el 02.10.12
Los personajes de Don DeLillo (1936) carecen de esa alegre tontería que hace la vida soportable. En los libros del escritor neoyorquino las niñas de seis años adoptan posturas «de falsa sumisión», las tormentas son «encrespadas» y los pájaros no trinan alegres, aun menos estallan de dicha lírica como en Shreck. Sus gorjeos suenan «preocupados y espectrales», son un eco de la mente de esos individuos que planean «advertir» a la comitiva de Kennedy (Libra, 1988) pero terminan asesinándolo, o hacer estallar la Bolsa especulando contra el yen (Cosmópolis, 2003) o pretenden descubrir quién y por qué ha hecho estallar una bomba en el World Trade Center (Jugadores, 1977). Son personajes de algún modo atrapados en una sola idea, una paranoia. Sus protagonistas, como el Thelonious Monk de Contrapunto (2004), viven una forma de introspección…
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