Cuentan que Bowles afirmaba que Bertolucci «no había entendido nada» de su novela, El cielo protector, pero lo cierto es que a la película le sientan bien los años.
Recorrí estos paisajes de Argelia en invierno del 91, un viaje raro con un grupo de desconocidos y un guía que solo escuchaba rai. Recuerdo que el tono general del viaje cambió desde el 1 de enero, que celebramos cerca de los oasis de Timimún, porque un chico que venía en nuestra furgo, muy serio y taciturno desde que salimos de Bcn, el 31 de diciembre parece que decidió dejar atrás su viejo yo y se convirtió en un personaje alegre que respondía a todo a carcajada limpia.
Argelia estaba entonces, como tantos países arruinados por la ineficacia del comunismo –en plena crisis soviética–, en una especie de limbo; el fracaso del sistema parecía inevitable en medio de un polvorín político como es África, continente devorado por la codicia de los países del norte y que todavía no había sucumbido al islamismo radical.
¡Cuánto me gustaría volver!