Alain et Romy, pareja de cine, en ARTE TV France

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Romy Schneider et Alain Delon «La Piscine», film de Jacques Deray, 1969

Mi mitomanía es contagiosa 😀 😀  Por fin todo el mundo se da cuenta de que el cine de los años 60 y 70, el francés, el italiano y el new american cinema, contiene una riqueza de contenido y significado que vale la pena visitar y revisitar.
Arte Tv France les dedica un reportaje que revisa la carrera de dos de los actores más atractivos e interesantes del siglo XX, Romy Schneider y Alain Delon, aunque al principio juegan la historia de la dama y el vagabundo, la princesa y el canalla, la historia de la pareja va derivando hacia matices más realistas, con las traiciones de él, la vulnerabilidad de ella, y cómo toda experiencia vital fertiliza la interpretación, incluida la incertidumbre de saber si el cine va a contar con ella siempre y la brutal necesidad de él de dominar. Atención a los invitados a hablar de los actores y de sus carreras: Brialy, Volker Schlöndorf, Costa-Gavras y varios solventes especialistas en cine. A veces se olvida que los actores, los grandes actores como Romy  Schneider, son los que saben poner el cuerpo a nuestras experiencias.

Siempre he admirado a la gente que construye una vida sin líneas preescritas, y mucha gente de esa generación nacida en los años 20 y 30, a causa de las guerras, del cambio económico que se produce durante los 30 gloriosos, de las oportunidades que ofrecía toda una realidad por inventar, contaban solo o fundamentalmente solo consigo mismos. Los tiempos actuales parecen estar muy por debajo de este tipo de personalidades, que sabían estar vivos y transmitir un ímpetu animal, una visceralidad no reprimida sino, acaso, dominada.
Delon Romy TrotskyRomy y Delon en La muerte de Trotsky, de Losey (1972)

Vincent Lindon: ¿cómo hemos podido llegar a esto?

Vincent Lindon publicaba hace dos días este video de reflexión sobre la crisis sanitaria que estamos sufriendo que ha atraído ya más de tres millones de visitas. Una crítica dura y merecida al proyecto de Macron de convertir Francia, la belle France, en una start-up nation –sin complejos, en inglés–; repasa los diferentes episodios que han definido estos tres años de mandato y la gestión de la crisis hasta el «desconfinamiento». Al final, ofrece alternativas porque cree, como creemos muchos, que NO SE PUEDE VOLVER A LA «NORMALIDAD» PREVIA A LA PANDEMIA, ese viaje veloz rumbo a la nada que nos ha llevado hasta aquí, es decir, a movernos con mascarillas por la calle, a encerrarnos en casa, a ver nuestro trabajo de nuevo en el aire, y a vivir la angustia de tener a criminales en el poder como los que afirman que pasan a Fase 1 y lo tienen todo «diseñado» por si hay un repunte de contagios.

En Francia, Lindon es no solo respetado sino muy querido, especialmente por sus últimos papeles en los que él, hijo de la burguesía industrial y cultural –sobrino de Jerôme Lindon, editor de las progresistas y muy engagées Éditions de Minuit–, conocido en España por sus amores con Carolina de Mónaco, ha encarnado la figura del francés medio de edad madura al que la tuneladora del capitalismo ultraliberal se lleva por delante mientras él batalla a la desesperada por mantener su dignidad.

Sin embargo, en una carrera tan extensa como es la suya caben títulos y géneros muy diversos. Y así os recomiendo un trhiller oscurísimo –incluso literalmente, con una fotogrrafía que juega con las penumbras, ambientes nocturnos, a ratos sórdidos como el argumento y el retrato que hace de las relaciones–, de Claire Denis, Les salauds –Los canallas, en español–, donde comparte pantalla con Chiara Mastroianni, un cásting muy acertado que incluye a Lola Créton, la joven protagonista del debut de Mia Hansen-Løve, Un amour de jeunesse, [película que sirvió de inspiración, bastante descarada, de Julia Ist, producción de la pija escuela de cine catalana, escac, que al parecer necesitó el concurso de cuatro guionistas para tan tedioso resultado].

La Reina Margot, de Patrice Chéreau, música de Goran Bregovic

La Reina Margot, una obra excesiva, con grandes interpretaciones, y un tono desgarrado, romántico, sexual y… algo gore 😀 Aunque sigue teniendo momentos muy cómicos, por los clichés y escenas abiertamente gays disfrazadas argumentalmente de esto y lo otro, que delatan tanto la década en que se rodó como el gusto de Chéreau por la iconografía homosexual, merece la pena volver a ver esta ópera sobre la masacre de protestantes. Está planteado como un enfrentamiento de dos clanes mafiosos donde la reina es una terrible mamma que urde un sinfín de estrategias para llevar al poder a su vástago favorito.

Las dos protagonistas, Isabelle Adjani y la clásica italiana Virna Lisi, están soberbias, hasta el punto que pensé que ya no hay estrellas así. También las dos secundarias, Dominique Blanc, una actriz muy de Chéreau, y una jovencísima y pícara Asia Argento, dan un gran realce físico a sus papeles de escaso diálogo. Los hombres están, como cabe esperar cuando el director es Chéreau, intensos y fogosos: muy bien Daniel Auteil, en medio de una farándula de bellos con Vincent Pérez al frente; no están mal JL Anglade, algo sobreactuado al principio y más sobrio cuando la tragedia ya es inevitable, ni Pascal Greggory, novio del director durante muchos años y al que vi en Barcelona –creo que la obra se titulaba Dans la solitude des champs de coton, de B.M. Koltès– en Montjuic. Muy acertado está también Miguel Bosé.

Interesantes, los cameos de actores clásicos del cine francés, como Brialy, todas esas figuras que me resultan familiares por ser muy seguidos por mi familia en París. Y, por supuesto, no falta esa fotografía inspirada en la pintura de época y una iluminación que juega con los tonos fríos y los cálidos y siempre sabe cómo subrayar el atractivo masculino… motivo por el que también acudimos al cine.

Para su distribución en América, el dueño de Miramax, el hoy hundido Weinstein, exigió un montaje diferente, más al gusto de su público pueril e iletrado. Se dice que los productores de Chéreau accedieron gustosos, pues el dinero americano es un dulce que no se desprecia.

La Filmo debería dedicar una retrospectiva a Chéreau. Pro-digo, propongo 😉

adjani chereauChéreau dirige a Isabelle Adjani, quien con 40 años recién cumplidos debía representar 19 y, magias del maquillaje y la fotografía, lo consigue.