Monkey Boy, de Francisco Goldman en Mercurio

Goldman cover

Ya puede leerse en Mercurio mi reseña de la última novela de Francisco Goldman, Monkey boy. No se ha traducido el título, me figuro que porque en español quedaría tan denigrante que, como suele pasar en España, perjudicaría a la imagen del escritor y distorsionaría la lectura.

Francisco Goldman quedó finalista en ficción del Pulitzer del año 2021. Almadía ha sacado una edición muy bonita del libro, que su autor define como novela con un importante componente autobiográfico. La traducción del escritor Daniel Saldaña París le va como un guante al perfil de Goldman. Pese a que ha tenido bastante suerte con sus traductores, por lo que he podido leer en reseñas como la del New Yorker, el inglés de Goldman presta atención al ritmo de la prosa, de ahí que a pesar de su afición a la acumulación de detalles –un poco a la manera de Philip Roth–, el lector se va dejando llevar. Con un elemento proustiano, pero sin melindres de alta cultura ni citas obvias, y chispas de humor, va construyendo una historia de familia que es también una historia de un periodo concreto de Guatemala y Estados Unidos y sus ecos en el presente del trumpismo. Recomiendo leer sus dos primeras novelas —La larga noche de los pollos blancos y Marinero raso (que he empezado hace poco y me ha dejado boquiabierta en su faceta conradiana) para formarse una idea clara de por qué se hizo un nombre tan pronto puso pie en suelo literario.

larga nochepollos
Conviene no olvidar que el texto tiene sentido sobre todo en relación a la historia de Guatemala y a la de Estados Unidos y que no funciona solamente con respecto a los temas últimamente en discusión –racismo, emigranción, trumpismo, discriminación, feminismo, vulnerabilidad–. Aunque se trate de una novela que cierra la que el escritor ha llamado «trilogía de la intimidad», creo que es importante su valor testimonial por cómo recoge la experiencia de un ciudadano que aglutina en su identidad tantos aspectos que Estados Unidos, la versión oficial y caduca del país, la de los viejos wasp, tiene dificultades en integrar y darles la relevancia.

En la novela queda patente que el terror que provocaron las dictaduras tuvo un efecto colateral no sé si imprevisto pero sin duda mal controlado: la emigración de miles de personas hacia Estados Unidos y no solo hacia Suecia o España. Ahora bien, igual que emigraron o se asilaron muchos que eran perseguidos o se sabían destinados a figurar en la lista de indeseables de los gobiernos, también se instalaron en Estados Unidos, en mejores condiciones, personajes de las elites con intereses en la dictadura. Por uno de esos azares de la vida, me encontré en 1999 en Miami, en la fiesta de cumpleaños -no recuerdo si del señor de la casa o de su encantadora y pizpireta mujer, que tenían cuatro hijas cada una de las cuales parecía sacada de una novela diferente de Scott Fitzgerald– de un candidato a la presidencia de Guatemala. Sé de cierto escritor que no aceptó la invitación a la fiesta, aunque estudiar las dinámicas de relación y de reconocimiento de los verdaderamente ricos entre sí es lo que anduvo persiguiendo Proust toda su vida 😀 😀  La fiesta era en Coral Gables, zona lujosísima y de derechas, y en esa casa había un mueble alargado que recorría toda una pared donde los dueños exhibían un sinfín de figuritas auténticas de arte primitivo procedentes de excavaciones de su país. Eran, evidentemente, piezas, algunas solo miniaturas y nada muy grande, que no deberían haber salido del país de origen. La ironía está, claro, en cómo la dictadura guatemalteca tomó a la población india como blanco favorito de la llamada guerra sucia mientras sus simpatizantes o colaboradores o cómplices adoptan las imágenes glamurizadas del arte que los representa como testimonio de pertenencia y de vínculo con las raíces nacionales. En el mismo sentido entendí yo la presencia de una fotografía de gran tamaño en blanco y negro que imitaba una de las famosas imágenes de Rivera (ver abajo), de un artista muy conocido, el tipo de fotografía que se vendía aún en galería de arte. Venía con esta pareja de amigos una escritora brasileña ya madura, muy conocida, de conversación brillante y amena y que me pareció la prueba fehaciente de que una posición holgadísima sí ayuda a la felicidad y una parte de ella consiste en saber graduar a tu conveniencia la exposición al tipo de relaciones que se daban en la fiesta de Coral Gables.

diego rivera mujer vende alcatraces

Lecturas frescas / calientes: Marta Barone & Javier Argüello & Lowry

Tengo pendiente hablar de varios libros más o menos logrados que he podido leer en los últimos meses. Mientras tanto… señalo que por fin me llegan dos novelas (¿o memorias?) que parecen muy prometedoras, para remontar no solo la fatiga pandémica sino la fatiga existencial de tener que preparar un informe sobre el plagio y sobre la tendencia cada vez más evidente de destrozar argumentos/tramas/novelas que podrían haber sido mejores de no haberse escacharrado por la ambición de destinar el texto/engendro a su adaptación para serie de televisión.

Bienvenida por lo tanto a Ser rojo, de Javier Argüello, al que oí en una entrevista por la radio y me despertó el interés de inmediato. Dicen que va por su 3ª edición, algo que para mí no significada nada si la información no se acompaña del número de ejemplares correspondiente a cada una. A fin de cuentas, si hablamos de números hablamos de matemáticas, y esta es una ciencia EXACTA. Avala a Argüello Enrique Vila-Matas, garantía de generosidad con las nuevas generaciones de escritores, como en su momento lo fue Fogwill [sin la losa, en ambos, de los clientelismos que caracterizan  a otros escritores y críticos].

Y luego, los que me leen a menudo ya conocen mi interés por Italia, y el periodo posguerra-principios de los 80. Así que tenía que echarle el ojo a Ciudad sumergida, de Marta Barone [en traducción de Xavier González Rovira], que aborda, como están haciendo varios de sus contemporáneos, el peso de los años de plomo en el presente de los vástagos de los protagonistas y víctimas del periodo. Novelas de buscar al padre y/o al héroe… todo un género.

under the volcano portada english

Ambas novelas aparecen en Penguin Random House. Oí, por cierto, que publicaban una nueva versión de Bajo el volcán, de Malcolm Lowry, que incluía como prólogo la célebre carta del autor a su editor. Estaba, precisamente, leyéndola en mis «tanteos» de inglés en un viejísimo ejemplar de penguin y os adelanto que tal publicación es un acierto pues la carta es una obra maestra de la persuasión y se incluye en un género que en España se conoce y trata poco –básicamente porque muchos editores no saben escribir con un nivel de calidad y profundidad conforme a su función y/o responden al autor con un estruendoso silencio/desprecio–: la epístola al editor.

Y aquí seguimos… en la pelea

Porque no es lo mismo… no, no es lo mismo

 

 

No es necesario insistir en que soy republicana y creo que la monarquía tiene los años contados, pero… hoy hay un gran  pero en relación al escándalo que se ha organizado por la salida pactada de Juan Carlos I.

Es verdad que si yo me creyera la historia oficial sobre el 23 de Febrero y el golpe de Tejero, el escándalo de las cuentas suizas podría parecerme más grave de lo que me parece. Si considerase a Sofía de Grecia una santa, en lugar de una mujer de convicciones ultraderechistas, las infidelidades -vulgo, cuernos– que le ha impuesto durante tantos años su santo y católico varón me apenarían más. Con todo, a los desmemoriados y a los menores de 40 años, hay que subrayarles hoy que NO ES LO MISMO inspirarse en el Partido Demócrata de Estados Unidos, como hizo Juan Carlos de Borbón, que en el Partido Republicano del mismo país, como hicieron Pinochet y el resto de asesinos dictadores de América Latina.

Es decir, que no es lo mismo marcharse de un país y/o regresar a él cuando llevas una mochila de miles de muertos —crímenes de Estado es el término utilizado en toda América para estas intervenciones quirúrgicas auspiciadas y financiadas por los fascistas de Estados Unidos y ejecutadas por las fuerzas policiales armadas del país– que marcharte cuando te has burlado –como ha hecho gran parte de las élites del país– de tus compatriotas pobres. Que sí, que puede que sea la primera vez que Juan Carlos I no logra endilgarle a otro el muerto, como lleva haciendo toda su vida, pero continúa sin ser lo mismo Pinochet, Franco, Reagan, Thatcher, Nixon, Stroessner (Paraguay), Ríos Montt (Guatemala), Pétain (la Francia de Vichy), Kissinger, que Clinton, Carter o el propio Juan Carlos I.

Dicho lo cual… me figuro que el que está temblando en su casa ahora mismo es Felipe González. También para los desmemoriados, recuérdese que Pujol en su momento dijo –o predijo– que si caía él podrían caer nombre muy importantes.

 

Familia-real

La caída de los dioses… en versión hispano-griega

caduta degli dei1

La caduta degli dei  de Luchino Visconti

 

familia pujol

La caída de la familia real catalana

Sí, como dijo el gran sabio Alejandro Sanz: No es lo mismo ser que estar / No es lo mismo estar que quedarse, ¡qué va! / Tampoco quedarse es igual que parar / No es lo mismo. Será que ni somos, ni estamos ni nos pensamos quedar. Pero es distinto conformarse o pelear