Hoy se publicaba en Mercurio mi reseña del Diccionario amoroso del psicoanálisis, de la historiadora de la disciplina Élisabeth Roudinesco. Admiro mucho su talento literario y la lucidez que le ha permitido adelantarse a posiciones que hoy se consideran modernas. Demuestra que el psicoanálisis puede dar respuesta a los conflictos que los individuos atraviesan dentro de una sociedad en crisis. Sus retratos psicológicos son impresionantes, aunque en España no parece tener una gran repercusión. Sin lugar a dudas es más sólida intelectualmente que Siri Husvedt, que integra los estudios de psicoanálisis y neurociencia como biografía, pero carece del perfil glamuroso que ayudó a la Husvedt a abrirse un hueco en nuestro mercado. Del trabajo de Roudinesco, en España se conoce fundamentalmente las biografías de Lacan, la recopilación de ensayos Nuestro lado oscuro, sobre las perversiones y sus derivas particulares en el sistema capitalista, publicadas por Anagrama, y la extensa sobre Freud, ya en Debate y con una traducción muy buena. Uno de los efectos inmediatos que consiguió con la biografía de Freud, al margen de las controversias de especialistas de diversas escuelas psicoanalíticas, controversias que suelen escoltarla cada vez que abre la boca o publica una monografía, es que neutralizó las majaderías que Onfray llevaba cierto tiempo propalando acerca de la vida y vicios de Freud. Supongo que todavía hoy tiene valor el buen uso de los datos y archivos de autores.
El banquete del eros intelectual, en Revista Mercurio
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