Homenaje en Arles al profesor de Historia asesinado en Conflans, Francia

Arles, place de la République, homenaje a Samuel Paty, profesor de Historia decapitado el pasado 16 por un islamista radicalizado, foto tomada el 20 de octubre.
Los días pasan… foto del día 26 de octubre.

Por razones que no necesitan explicación, aquí la policía está más atenta a la seguridad que a perseguir a quienes se toman relajadamente el confinamiento dictado por el presidente. La gente está enfadada, especialmente los dueños de tiendas pequeñas, de librerías, quioscos. Algunas cafeterías-restaurantes, con las terrazas desmontadas, sirven cafés, bebidas calientes a la clientela que toma la consumición a pie de calle. Se oyen protestas de boca de gente de edad: «Es igual que la guerra» –refiriéndose a la Segunda, claro está, cuando no se podía salir de casa y el término couvre-feu/toque de queda tenía otro sentido. O «C’est du n’importe quoi» o, un sábado de mercado, en el quiosco-librería a rebosar de gente que compra diarios, revistas, cuadernos de dibujar para los niños o libros: «No vamos a contar la gente que hay. Nadie lo hace.» Se lo dice a la dueña de Actes Sud y antigua ministra de Cultura, F. Nyssen, que solidariamente se lleva un paquete de diarios, asegura estar enfadada, repite la frase-lema en este periodo, c’est du n’importe quoi y se deja el paquete sobre el mostrador. El dueño se lo señala. La caja registradora echa humo. En las calles comerciales, el primer día de confinamiento obligatorio aún se ven tiendas abiertas a las 17h. Chocolaterías, floristerías que deben agotar el stock comprado para el día de Todos los Santos. En una pequeña boutique que expone moda de otoño, una mujer guapa y elegante que ronda los 50 está sentada en medio de su tienda sin clientes mirando a la calle con una expresión en que es fácil leer preocupación y desafío. Los sintecho que suelen verse en la plaza de la République siguen ahí, en menor cantidad. Hacia las seis, una chica árabe lee en un banco. Me figuro que nadie controla si es así como ocupa la hora de libertad, para «tomar el aire», concedida por decreto gubernamental. A orillas del río, la tarde se exhibe con nubes de cuadro impresionista, algunos hacen deporte, los más estiran las piernas y las aguas del Ródano corren con un caudal potente y calmoso.

PS: en mi cuenta de instagram estoy recibiendo mensajes invitándome a descargar libros – en francés– sobre el islam y «la verdad del holocausto» enviados desde cuentas con nombres árabes. Toda una campaña a través de los medios más modernos para transmitir un mensaje desfasado y peligroso.

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Gilles Caron, joven y prolífico fotógrafo, murió en 1970 cuando contaba solo 30 años. La directora Mariana Otero repasa su vida a través de las miles de fotografías de su legado.