El caso Mozarowsky como argumento literario

La novela lleva en portada un retrato de la actriz Sandra Mozarowsky: nada de alegorías ni de novela à clef

Advierto que no tengo ni sigo twitter, así que leí la noticia en prensa sin citas a las obras inspiradas en la atribulada vida de la actriz rusoespañola, pero mi reflexión continúa siendo la misma: lo de Etxebarría no tiene sentido porque, sea cierto o no lo que insinúa, le quita rigor a un asunto clave, el de defender la necesidad de una República española y acabar con un sistema obsoleto como es la monarquía. Ya se vio con la comparecencia de la infanta Cristina en relación al caso Noos. Lo que ella hace es trivializar el problema de fondo.
Si de lo que se trata es de denunciar la herencia franquista, bien podría empezar denunciando el peso formidable de los herederos del franquismo, disfrazados de progres de manera más o menos convincente, en el mundo de la cultura y, dentro de este, en el sector editorial. El que la aupó a ella con un libro falsamente rompedor que convenía corregir de arriba abajo para que se pudiera leer y publicar. Leí el original previo a cirugía y fotoshop, de modo que sé qué  digo.

Parece que se está dando aire a la última intervención en redes de Lucía Etxebarría en torno a la muerte de la actriz Sandra Mozarowsky, que se produjo en 1977 cuando tenía 18 años. Se le nota a la Etxebarría el rollo clasista cuando afirma que

«Eso hizo que se corriera la voz de que era chica de alterne, pero nada más lejos de la realidad. Sandra era hija de diplomático y ella misma había estado a punto de cursar la carrera diplomática«

Como si no se pudiese ser hija de diplomático y chica de alterne. Como si ser actriz dentro de películas deleznables para españolitos puteros y reprimidos, películas en las que había que enseñarlo todo y abrirse paso a base de visitar lechos de fulanos con edad para ser el padre de la aspirante a actriz no fuese sino una categoría apenas superior dentro del ramo de la prostitución. Y no hablo de la Mozarowsky sino del conjunto de actrices de la época tal y como estaban consideradas y como se presentaba la mayoría en las revistas.

Tiene razón Etxebarria en que S.M. era una actriz conocida, al menos para cinéfilos de todo pelaje. Que la conociera yo no ha de sorprender, pues todo aficionado al cine digno de ese nombre, menor de 18 años, se leía de arriba abajo el Fotogramas, dado que escaseaban las publicaciones de cine; también es habitual que las chicas jóvenes se fijen en lo que hacen otras un poco mayores. Estoy segura de que Sandra Mozarowsky fue una de las que adornaron las páginas centrales de desnudo –de las que me río en el relato publicado en Jot Down — y su físico y edad se adecuaban a los cánones del cine español del momento, muy influido por el cine europeo del despelote. Lucía Etxebarria relaciona la misteriosa muerte de la actriz, embarazada de cinco meses, con la relación que se le atribuía con Juan Carlos de Borbón. Concluye que al no haberse esclarecido el motivo de su muerte, la historia queda «para siempre como una historia de novela». Me sorprende que no se mencione de inmediato en todos los artículos de prensa que ya se ha escrito por lo menos una novela en torno al asunto, la firma Clara Usón: El asesino tímido, [al que Lucía atribuye un título mucho mejor: El asesinato íntimo] y fue publicada por Seix Barral en 2018. Ni la editorial ni la agencia Balcells, que lleva a Usón, se caracterizan por su audacia en temas políticos y, sin embargo, ahí está en todas las librerías.

Así resumía la editorial el argumento: «El asesino tímido es una novela ambientada en la España de la Transición que cuenta una historia basada en el oscuro episodio de la muerte de Sandra Mozarovski, actriz del cine del destape, que supuestamente se suicidó. Hija de un diplomático ruso y relacionada con las más altas esferas, su caso nunca llegó a esclarecerse y conmocionó a la sociedad española de los años setenta. Este dramático episodio le sirve a la narradora para dar cuenta de su propia juventud desenfrenada.»

Transcribo además un párrafo muy elocuente sobre el tema que hoy distrae a las redes sociales, solo para demostrar que la autora de Beatriz y los cuerpos celestes podía haber hablado antes. Forma parte de la entrevista que Clara Usón dio a Ana Fernández Abad para El País semanal

«En su novela habla del rey emérito. ¿La monarquía sigue siendo un tema que no se toca mucho?
Sí, y hay que hacerlo de una vez. El rey emérito fue presunta o supuestamente amante de Sandra Mozarowsky. Eso le da un interés adicional a su figura y a su muerte trágica a los 18 años. Para mí fue un error de la Transición el someter a constante Photoshop al monarca. Es como el Dorian Gray de Wilde: él está siempre inmaculado y joven porque todos los estragos del paso del tiempo se plasman en un retrato que tiene oculto. Es necesario tener una jefatura de Estado sometida a controles. No puede haber impunidad, si hay indicios hay que investigarlo.
»

Dicho de otro modo: ya se disparó esa bala. No puede presumir Etxebarria de ninguna primicia ni de adelantarse a todos en sus insinuaciones /acusaciones. ¿Qué pretende al sacar de nuevo este asunto? No me importa lo más mínimo el destino del emérito, pero la intervención, el juego, de la Etxebarría queda lejos del periodismo de investigación, el único enfoque y método de trabajo que hoy tendría algún sentido.

En cambio, resulta muy arriesgado promover determinadas especulaciones, airear rumores sobre asuntos de tanta gravedad si no se pueden apoyar en datos que puedan convertirse en certezas porque la causa última de cuestionar con seriedad y eficacia la monarquía podría verse afectada.