Muchas lecturas en los últimos meses de las que iré hablando a la que pueda. Disfruto del segundo volumen de la recopilación de entrevistas de la Paris Review, el bloque que va de 1984 a 2021, publicado por Acantilado y con un plantel de buenos traductores. En la entrevista a Arthur Koestler, de 1984, el entrevistador, Duncan Fallowell, parece someterlo a un interrogatorio al que el autor de El cero y el infinito responde sin demasiado interés ni extensión, con la paciencia del que hace oposiciones a santo. Esta pregunta me pareció divertida: «¿Va a escribir sobre el chip de silicio?», a lo que le responde lacónicamente: «No creo». Claro que era el momento en que los ordenadores y la industria electrónica estaban despegando y parecía lógico esperar que el sabio se pronunciara y sentenciara. Si todas las entrevistas fuesen como ésta, la Paris Review habría cerrado hace muuuchos años, con preguntas como: «¿Ve la televisión? ¿Va al cine? ¿Padece insomnio? ¿Cuáles son sus vicios? ¿Se toma vacaciones?» !!!!!!!!!!
Una de las respuestas de Koestler vale por el cuestionario entero que le inflige Fallowell :
–Primero se opuso al fascismo y luego rechazó el comunismo.
–No, el comunismo me rechazó a mí transformándose en estalinismo.
No es cuestión de leer por orden sino por apetitos y curiosidades. Como suele ocurrir, siempre hay sorpresas agradables, como el entusiasmo de Ray Bradbury, congratulándose a sus noventa años de haber aportado «algo» con sus libros. O Ian McEwan cuando con Expiación tomaba una senda de autor de gran calidad. Javier Marías y Julian Barnes son tan interesantes en la entrevista como cabe esperar, pero no hay sorpresas ni fulguraciones. La reflexión de cada cual sobre formas de escribir, rutinas y búsqueda de estilo son tan diferentes que se deduce que no hay fórmulas comunes, excepto la de buscar un nivel de concentración que permita llevar a buen puerto el proyecto literario. Hay escritores que sin ser mis favoritos me interesan por sus reflexiones, como Derek Walcott, mucho antes del Nobel, sobre la calidad de la literatura en su tierra… y luego está Susan Sontag, con la que no puedo, no puedo y no puedo. Dejé la entrevista a medio leer y dejé la biografía, premiada con el Pulitzer, de Benjamin Moser, al cabo de doscientas o trescientas páginas, muerta de aburrimiento y de desdén. Me gustan dos libros suyos, el dedicado al sida y a la enfermedad y sus metáforas, pero Sobre la fotografía siempre fue para mí un título que me permitía saber si alguien entendía y apreciaba la fotografía o escurría el bulto apelando a la autoridad de esta snob.
Y empiezo justo ahora, precisamente después de oírle en una entrevista por la radio, El ritmo perdido. Sobre el influjo negro en la canción española, de the one and only, el inigualable Santiago Auserón. Pero qué bien escribe, qué cerebro tiene. Se incorporó de inmediato a mi galería de Favoritos para la clonación.Auserón en el territorio de exploración, Cuba