Mi reseña de la biografía novelada, obra del irlandés Colm Tóibín, en Revista Mercurio. Leí que Tóibín luchaba contra un cáncer mientras escribía el libro. Es cierto que esperaba un texto de más enjundia en la reflexión teórica, pero como yo sí creo que las circunstancias en que uno escribe deben tomarse en consideración cuando se emite un juicio, entiendo que la batalla por su salud a la vez que se lleva adelante la redacción de un libro de esta envergadura en cuanto a datos y personajes, ya es suficientemente heroico.
La parte del exilio en América me ha parecido de lo más interesante –junto con el relato de juventud y sus pinitos en Munich. Empieza la caza de brujas desde los Estados Unidos cuando Mann y familia regresan a Europa. Sobre ese periodo en Hollywood, recomiendo leer la biografía que el hijo de John Fante, Dan Fante, escribió tanto sobre su vida como la de la familia y las tribulaciones de su padre, que no comulgaba con los comunistas de piscina de riñón y pagó el precio. En España se publicó con el títuloFante. Un legado de escritura, alcohol y supervivencia.
«Olalla construye su ensayo en forma de carta a su hijo Silvano, muchacho de diecisiete años que ha de llegar a Kimolos o Argentiera, pequeña isla del archipiélago de las Cícladas, donde su padre le espera redactando en unos cuadernos —ordenadas las notas en capítulos, y estos presentados como cuenta atrás de los diez días de verano que faltan hasta el encuentro— lo que ha de entenderse como un legado de la historia actualizada de los orígenes de la lengua y cultura helenas, pasión en la que ha fundado su vida, reconocido con distinciones como embajador del helenismo por el Estado griego y miembro asociado del Centro de Estudios Helénicos de la Universidad de Harvard. El ensayo se acompaña de un largo capítulo de notas en las que se documentan los hechos narrados y las citas, títulos y etimologías que, junto a la bibliografía y el extenso índice, no esconden que también apunta al lector universitario y especializado.»
El último número de Mercurio, núm. 219 marzo/mayo, en papel, NO MORE DRAMA, con un dossier especial dedicado a las artes escénicas, publica mi reseña de un libro especialmente recomendable: Correspondencias. Cartas de cine. Es cine experimental, que equivale a decir la semilla de toda vocación cinematográfica. La selección de cartas y respuestas es estupenda y no puedo esperar más a recomendarlo, pues trata de todos los aspectos ligados a la creación de una película. El título del artículo es una de tantas frases inesperadamente poéticas, de una poesía surrealista, que se pueden entresacar del intercambio de diversos talentos. Están Jonas Mekas, Eisenstein, Duras, Pasolini, Renoir, Stan y Jane Brakhage… y, por zambullirnos en el cliché, no sabría decir si están todos los que son pero sí son todos los que están 😉 😀 Publica la editorial madrileña La Fábrica, como siempre con cuidadas ediciones (que conviene atesorar porque, cuando se agotan las ediciones, van luego muy buscadas, como ha ocurrido hace nada con mi traducción del libro del fotógrafo Gabriele Basilico). Que azuce las ganas de rastrear y descubrir la trayectoria y la obra de los directores menos conocidos ya dice que esta antología consigue por lo menos uno de sus objetivos.
Arranca así: «Los editores de Correspondencias, Garbiñe Ortega y Francisco Algarín, resumen de manera diáfana lo que el lector va a encontrar en estas Cartas de cine cuando en la presentación escriben: «Más que una recopilación (de cartas, de imágenes), este libro plantea una composición, una red de relaciones y yuxtaposiciones, que estimula nuestra intuición ante un encuentro posible» y en el párrafo anterior: «Estas cartas que nos miran —y que miran a cámara— pueden estar ligadas al trabajo o a la vida, a la originalidad de un análisis o a los más sinceros afectos. Y nos permiten acceder al estrato más profundo posible de la psique de esta persona que, además, es cineasta.» A partir del interés que supone acceder a la tramoya de la creación cinematográfica expresada en las misivas de los representantes indiscutibles del cine experimental o no comercial, prácticamente cualquier organización es buena. Ortega y Algarín estructuran la correspondencia en cinco bloques: Ofrendas, porque los cineastas también son espectadores y sienten el impulso de manifestar su admiración por la obra o la trayectoria de un compañero, mostrar gratitud porque una obra maestra influye en el ánimo y lo serena, o por dar un espaldarazo al recién llegado; quizá la carta más original entre estos homenajes sea la que Alan Ginsberg y Peter Orlovsky dedican a Chaplin en 1961 desde Bombay: «He aquí una carta de amor para ti» arrancan. «Somos un poeta feliz y un poeta infeliz en India, lo que suma dos poetas. Nos gustaría visitarte cuando pases por India para hacerte cosquillas en los pies». Tratándose de Ginsberg, sospechamos que va puesto de alguna droga euforizante, pero los editores de este volumen no han elegido al buen tuntún el contenido y líneas después comprendemos que es una carta de aliento: «Además creemos que Un rey en Nueva York es una gran película», porque se trata de eso, de animar al genio tras el fracaso de un film crítico con la política norteamericana de la época: caza de brujas y amenaza nuclear como plato cotidiano. Chaplin, por su lado, escribía a Dziga Vertov en 1931 para encomiar su trabajo con el sonido en Entuziazm: Simfoniya Donbassa y más adelante otros corresponsales hablarán a fondo del arte de crear la identidad sonora de un film.»
A quienes les interese ampliar información acerca de la recepción y la biografía de Duras, recomiendo la biografía que le dedicó Laure Adler, considerada la más acertada. Y, por la repercusión que ha tenido durante décadas en el medio psicoanalítico hasta hoy mismo, el texto que Jacques Lacan le dedicó : Homenaje a Marguerite Duras, del Arrebato de Lol V. Stein. Pinchando en el texto subrayado encontraréis un enlace a la traducción al castellano. Abajo, la portada de El amante, una vez pasada por el cine, con el retrato de una chica más bonita que la Duras… todo muy años 90, es decir muy clean y muy light.
Algunas reflexiones y cuestiones suscitadas por la interesante exposicion que Joan Fontcuberta presentaba en una sala -muy bien aprovechada- del Palau de la Virreina, hasta ayer mismo, que se publican hoy en Mercurio
«En la exposición que presenta el Palau de la Virreina discute uno de los ejes de las tesis que Roland Barthes desarrolla en La cámara lúcida, según la cual la fotografía muestra de manera indiscutible lo que «ha sido». Fontcuberta selecciona una extensa serie de truculentas fotos de prensa en blanco y negro, recuperadas de la desaparecida publicación mexicana sensacionalista Alerta, revista llamada allí de nota roja, o de crímenes y catástrofes, de sucesos en España, de perros atropellados en Francia. En casi todas esas fotos se ve al lado del cuerpo del delito o junto al criminal detenido una persona señalando con el dedo, bien el punto donde está la herida principal o al sujeto culpable, con el fin de refutar precisamente el concepto ça-a-été.»
Desde hoy puede leerse en la revista Mercurio mi relato ¡Tongo! Se publicó hace años en papel en México, ahora está accesible vía digital desde España.
Un fragmento:
¿La prosperidad lo había cambiado? No lo sé. Probablemente el cambio estaba en la seguridad en sí mismo. En cualquier caso, no exhibía el gesto de alarma, de desconfianza, de belicosidad susceptible de entonces, y cuando se dirigió a mí y me habló, no sé si sabiendo o no que era yo, no dudaba que lo entendería como una orden y no como un encargo o una pregunta para cerciorarse de que había entrado en nuestra pequeña productora de contenidos audiovisuales y editoriales. Él sabía que no rechazaría el trabajo porque venía enviado por un jefe, no Alain o Luigi o Quim, sino uno de los verdaderos jefes de las teles: los italianos que nos compran programas, contratan anuncios, cortometrajes, guiones, proyectos, ideas. Dijo, y estaba eufórico:
—Me voy a llevar un premio. 25.000 dólares. Tienes que corregirme la novela.
La soltó encima de la mesa. La novela. Porque en todo el mundo no había otra. Nadie antes ni nadie después escribiría una novela. Así traía él su novela premiada de antemano por lo que, como si yo fuese parte del tinglado del premio amañado, me ocuparía de corregirla, diciendo a todo amén. Ni una vacilación suya ni objeciones mías. Solo comas, punto y seguido, concordancias de género y número, puntos y aparte.
Fotos de Erwin Olaf. 1) The Boxing School. Hope (2005) 2) Berlin. Portrait 7, (2012)
Ayer se publicó en Mercurio la reseña doble de sendos libros de memorias que recomiendo a todo aquel que quiera tomarse un respiro de la actualidad y/o sienta curiosidad por otros modos de narrar un género tan trillado como las memorias de infancia: Planimetría de una familia feliz, de la italiana Lia Piano, y Lejos de Egipto,de André Aciman, en Seix Barral y Libros del Asteroide, respectivamente. Los dos me sorprendieron por darme algo muy distinto de lo que esperaba y ambos tienen en común, además de la desbordante vitalidad del mundo que describen, la excelente traducción, de la mano de Isabel González Gallarza para Lia Piano y de Celia Filipetto para Aciman. El lector comprobará que con una traducción menos atenta al detalle la chispa que desborda la prosa de estos escritores tan diferentes nos pasaría por alto.
«Jo Nesbø es un maestro en el arte del equilibrio, de mantener en la cuerda floja elementos concretos del suspense, de darle giros y más giros a la intriga sin falsear lo principal, la coherencia psicológica de los personajes, para ofrecer un final inesperado en el que descubrimos que nos estaba contando algo distinto de lo que creíamos. Así ocurre en El reino, una de sus mejores novelas —confirmado una vez leídas tres de la serie de Harry Hole— por la muy adictiva mezcla de atracción y repulsión que provocan los hermanos protagonistas y la apabullante cantidad de información con que sustenta este relato que tiene algo de compleja versión de Caín y Abel.» Lee la reseña entera aquí