La Reina Margot, una obra excesiva, con grandes interpretaciones, y un tono desgarrado, romántico, sexual y… algo gore 😀 Aunque sigue teniendo momentos muy cómicos, por los clichés y escenas abiertamente gays disfrazadas argumentalmente de esto y lo otro, que delatan tanto la década en que se rodó como el gusto de Chéreau por la iconografía homosexual, merece la pena volver a ver esta ópera sobre la masacre de protestantes. Está planteado como un enfrentamiento de dos clanes mafiosos donde la reina es una terrible mamma que urde un sinfín de estrategias para llevar al poder a su vástago favorito.
Las dos protagonistas, Isabelle Adjani y la clásica italiana Virna Lisi, están soberbias, hasta el punto que pensé que ya no hay estrellas así. También las dos secundarias, Dominique Blanc, una actriz muy de Chéreau, y una jovencísima y pícara Asia Argento, dan un gran realce físico a sus papeles de escaso diálogo. Los hombres están, como cabe esperar cuando el director es Chéreau, intensos y fogosos: muy bien Daniel Auteil, en medio de una farándula de bellos con Vincent Pérez al frente; no están mal JL Anglade, algo sobreactuado al principio y más sobrio cuando la tragedia ya es inevitable, ni Pascal Greggory, novio del director durante muchos años y al que vi en Barcelona –creo que la obra se titulaba Dans la solitude des champs de coton, de B.M. Koltès– en Montjuic. Muy acertado está también Miguel Bosé.
Interesantes, los cameos de actores clásicos del cine francés, como Brialy, todas esas figuras que me resultan familiares por ser muy seguidos por mi familia en París. Y, por supuesto, no falta esa fotografía inspirada en la pintura de época y una iluminación que juega con los tonos fríos y los cálidos y siempre sabe cómo subrayar el atractivo masculino… motivo por el que también acudimos al cine.
Para su distribución en América, el dueño de Miramax, el hoy hundido Weinstein, exigió un montaje diferente, más al gusto de su público pueril e iletrado. Se dice que los productores de Chéreau accedieron gustosos, pues el dinero americano es un dulce que no se desprecia.
La Filmo debería dedicar una retrospectiva a Chéreau. Pro-digo, propongo 😉